Estrella estaba ordenando su habitación. Necesitaba hacer limpieza y tirar lo que no necesitaba. Justo en el momento en que su abuela tocó la puerta de su habitación, encontró en el fondo de su armario una mascarilla con la cara de Frida Khalo.

—Abuela, ¿y esto…?

—¡Oh,  Dios mío! Cuanto tiempo ha pasado de aquella pandemia… Eso es una mascarilla que teníamos que llevar para no contagiarnos de un virus llamado «Covid 19» que tuvo en vilo a toda la población mundial en el año 2020. Estuvimos confinados en nuestras casas durante un tiempo, y cuando salíamos, teníamos que usar la mascarilla y mantener la distancia social.

—¡Qué pasada, abuela! ¿Y cómo lo viviste?

—Maravillosamente, recuerdo. Conocí a unos ancianos que, siendo niños, fueron enviados a Rusia durante la Guerra Civil Española; visité un palomar donde se criaban palomas para la Operación Columba de la Segunda Guerra Mundial; me senté en el banco donde Machado se encontraba con su amada Guiomar; viajé al Nilo donde se recogían los juncos para hacer los papiros; me presentaron a una madre cuya hija había sido robada; me encontré con…

—¡Para, para, abuela! ¿Pero no me has dicho que estabas confinada en tu casa?

—Sí, claro.

—Entonces, ¿cómo pudiste hacer estas cosas?

—Es verdad, llevas razón. Las leí en una serie de libros maravillosos que te transportaban a lugares.

Carmen Morillo Martín

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