Ángela fue hacia su dormitorio, cogió su banqueta. Era curioso verla caminar con aquel artilugio más grande que ella. La desplegó, se subió encima y se quedó contemplativa mirando a través de los cristales de la casa de su abuela.

—Abuela, ¿por qué esa casa tiene forma de corazón? —acertó a decir.

La abuela se acercó hasta ella, tanteó a través de la gran cristalera y dijo:

—¿Has visto que más allá hay otra con forma de trébol?

La niña abrió aún más sus grandes ojos verdes, esbozó una sonrisa sobre su rostro y asintió, contenta, satisfecha.

—Y más allá, ¿ves aquella que parece un castillo? ¡La que tiene cinco torres!

—¡Sí! —Se entusiasmó aún más—. Es preciosa… ¿vivirá una princesa?

—Todas esas casas fueron construidas por personas que hace muchos años, soñaron con todo los que les gustaría hacer en sus casas, cuando no podían salir.

—¿No podían salir?

—Así es, sucedió en el año 2020.

—¿Por qué, abuela?

—Porque había un bicho que había que matar.

—¿Y cómo lo mataron?, ¿Quién lo mató?, ¿un caballero?

—¡Todos los matamos! Una vez muerto, las personas construyeron la casa de sus sueños. Cada una de ellas guarda secretos increíbles.

Cristina Gómez Muñoz

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