Cuando vuestra mamá era muy pequeña, los mayores no nos portamos bien con la naturaleza y tirábamos la basura por la calle, ensuciábamos sin parar y no nos preocupábamos por la gente que teníamos cerca. Con todo esto, provocamos que la naturaleza se pusiera malita.
Entonces, la madre naturaleza se enfadó tanto con nosotros que nos mandó un «viento con bichitos». Esos bichitos hacían que no pudiéramos salir a la calle, y si lo hacíamos, tenía que ser con una mascarilla y unos guantes, pues estaban en todas partes, así que al llegar a casa había que lavarse las manos, la cara, los zapatos… todo, todo, ¡todo! Para que los bichitos no nos pusieran malitos a nosotros.
Así estuvimos durante un tiempo, durante el cual descubrimos que necesitábamos a nuestra familia y a nuestros amigos, pues los echábamos de menos, y que con muy poquitas cosas podríamos vivir felices.
Y de repente un día, la madre naturaleza nos perdonó, limpió todas las calles y eliminó los «viento con bichitos». Desde ese día, pudimos volver a salir junto con nuestros seres queridos, sin temor a contagiarnos.
Aprendimos a cuidar a los demás, a la naturaleza y a ser más felices.

Rauleto

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