Tras la respuesta de su abuela, Martina le dijo:

—¡Es imposible!  ¿Cómo voy a poner en la tarea algo así, abuela? —y se cruzó de brazos

—¿Y por qué no? ¡Si es la verdad! ¿No fue eso lo que me pediste?

—Bueno, mi maestra espera otra verdad. Como que murió gente, hicieron experimentos y crearon una vacuna que curó a todos. ¡Algo así!…

—Eso también es verdad. Como ahora es verdad que si cierras los ojos, tú también podrás escucharlo.

— ¡Abuela, que ya no soy tan pequeña!

—Cierra los ojos y no repliques, Marina. A ver, ¿cuándo te he dicho yo una mentira?

—Nunca —contestó un poco apenada.

—¿Cierras los ojos o no?

—Sííí.

Fue entonces cuando comenzó a escucharlo, primero fue leve, casi imperceptible. Luego se sumó otro y otro… De pronto todo Camagüey aplaudía, y las trece provincias vecinas con su municipio especial. Y el eco se expandió por las montañas, cruzó mares, unió continentes, y una vez más se produjo el milagro: El mundo entero aplaudía al unísono sin importar diferencias, el mundo volvió a ser uno para todos, y todos para uno.

—¡Abuela! —gritó Martina entre sollozos—, mi pecho… ¡va a estallar!

Y corrió a los brazos de la abuela.

—No temas, mi niña, es el sonido del amor, ese no mata, salva. Y comenzó en España, en Marzo del 2020, eso debes poner en tu tarea.

—Gracias, abuela —le dijo mientras besaba su frente.

Y sin perder un minuto más, se dispuso a escribir.

Fauna

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