Una editorial es una empresa que se dedica a crear. Una editorial crea a través de un contenido que le llega de múltiples formas. Este contenido tiene origen en un autor, por supuesto. Los autores son nuestra matriz y, gracias a ellos, en todas sus múltiples formas de sentir, de vivir, de imaginar y de querer compartir y de enseñar…, nosotros nos alimentamos; siendo, a veces, el contenido inicial que valoramos una idea acompañada de un texto que hay que trabajar para sacarle el máximo partido o, a veces, un proyecto terminado al que hay que pulir como a un bebé que está a nuestro cargo y que cuidamos con todo el amor que se merece, ayudándolo en su camino, o como a un adolescente, fuerte y enérgico, pero tenaz, al que hay que guiar desde la compresion mutua y el diálogo del “tú a tú” (porque te quiero y es mi deber).

Hoy en día, una editorial es eso: la estructura profesional que acompaña al autor de un contenido de interés que se cree que puede aportar algo a nuestra sociedad, y que, de la forma más honesta posible, lo hace público…

Por suspuesto, con todos mis respetos al sector editorial, y siendo muy consciente de los grandes profesionales que hoy en día pueden ayudar profesionalmente a un autor con cierta trayectoria profesional o novel con grandes talentos por descubrir, también soy muy consciente de que cada editorial tiene su alma y que cada autor debe buscar “su alma gemela” para editar una obra que le ha nacido de su ser más profundo. El autor debe ser consciente de que, aunque, a priori, la edición pueda resultar similar en una editorial u otra, esta variará mucho, dependiendo del espíritu de la que la publique.

Quizá, a priori, parezca una tontería, pero en algo que va tan en contacto con los sentimientos como una obra literaria, es muy importante saber quién le va a dar forma desde dentro.

BABIDI-BÚ es una editorial infantil con ALMA DE MUJER. De ahí, de esta mínima diferencia con otras editoriales infantiles dirigidas por hombres (con todo nuestros respetos), esta es, entre otras muchas, una de nuestra diferencias. Nuestra capacidad de sentir desde la emoción femenina, que nada tiene que ver con la masculina.

Desde los comienzos en mi vida adulta, por extremos sabores y algunos sin sabores de esta que comenzaba, me di cuenta de la forma tan distinta en la que siente un hombre con respecto a cómo siente una mujer.

Hubo momentos en los que quise sentir como un hombre, todo era mucho más sencillo (desde mi punto de vista), mucho más fácil, mucho más simétrico, entonces me di cuenta de la complejidad de los sentimientos de la mujer con respecto a los del hombre (generalmente) en una misma experiencia vital, a pesar, a veces, del sufrimiento que conllevaba.

La simplicidad lleva a conclusiones más felices, quizá; sin embargo, la falta de complejidad en tales conclusiones nunca podrá alcanzar la sublime y atragantada lucha del corazón de una mujer, con toda esa parafernalia emocional que la envuelve, y que, al final, delinea un universo de sentimientos mucho más preciso.

Como mujer, directora y responsable de la editorial infantil y juvenil BABIDIBÚ, soy plenamente consciente de la diferencia que hay -hoy en día en el que la mujer tiene (debe tener) una libertad absoluta en ”todos” los ámbitos de la sociedad, dado el entorno en el que vivimos- entre la edición de un mismo contenido desde los ojos de un hombre o los de una mujer.

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