Infinitos dibujos desconchados pueblan los muros. Tabiques desvergonzados desnudan sus ladrillos. Los paseos de premeditada ruina muestran sin pudor la caravista en las fachadas de colores gastados y estucados. Pasadizos escarbados de viviendas desiguales que formanuna comitiva eterna, cual procesión de suelos empedrados en los que crecen paredes quebradas.

Causa implacable es el tiempo que transcurre carente dehoras, minutos y segundos medidos; el milagro de un efecto condescendiente sobre los textos descascarillados, mellados, surcados por profundas grietas en las tapas que los esconden. Algarabía convertida en poesía yromanticismo absoluto.

Cuatrocientos cuarenta y cinco puentes son testigos delpaso de superlativos pintores y arquitectos, todos ellosnombres ilustres: Gentile Bellini (siglo XV), Francesco Guardi a (finales del siglo XVIII), Giovanni Bellini, Tiziano, Giorgione, Sebastiano del Piombo, Tintoretto, Veronés, Jacopo Bassano, Giambattista Tiepolo. Renacimiento cíclico, ingenio de arquitectos como Mauro Codussi, Pietro Lombardo, autor de bellísimas iglesias, o Jacopo Sansovino y su monumental biblioteca Marciana. Andrea Palladio y Vincenzo Scamozzi, arquitectos de obras notables en la Venecia renacentista.

Los soportales entierran al viajero, al artista, al mendigo, y flanquean los pasos infinidad  de puertas desvencijadas, cien veces hermosas, y cien veces cien emparejadas con timbres dorados y rubricados.

Un laberinto de calles muestran el más puro absolutismo, totalitarismo y despotismo artístico. Belleza omnipotente, soberana tiranía para los declarados no amantes del caos escultural. Espacio agraciado, transferencia de sentimientos que lo convierten en precioso y finalmente sublime.

Terrazas pobladas de gentes con acentos guturales, siluetasque silabean alegres sonidos, verbos seseantes que hablande canales, y orillas de las que nacen manos en forma de gigantescas esculturas. Y todo ello envuelto en música de acordeón y afinados violines callejeros.

Escaparates, hogar de plumas y tinteros, ambos sueñan con ser colaboradores necesarios en el arte de contar quimeras y viajes al estilo Marco Polo en el siglo XIV, libro Il Milione, y biografías como Giacomo Casanova,siglo XVIII, Histoire de ma Vie.

Puedes sentir las palabras, querido lector, e imaginar los ruidos zigzagueantes que suben y flotan en las aguas. Untraqueteo celestial que procede de los motores de los barcos, la esencia y respiración profunda de la ciudad.

La madera yace descaradamente con la piedra y el mármol, todos y cada uno, a la vez unidos para siempre alladrillo, al mar, al salitre y al oxígeno, se hallan tan cerca del ser y sus dedos que pueden, quieren y deben tocar los perfectos desperfectos. Anomalías que son cúmulo de composiciones, emulan bocas con dinteles que canalizan a millones de personas que han de encorvarse para consumar el paso entre las entrañas de los edificios.

Sentidos que perciben melodías, Antonio Vivaldi devuelve los pensamientos de almas errantes en la Venecia del sigloXVII. La plaza de San Marcos, «el salón más bello de Europa», como ya pensaba Napoleón, y ahora afirmarotundamente la humanidad. La Basílica de San Marcos, el Campanile de ladrillo, el Palacio Ducal y la Torre dell’Orologio lamen las gotas de agua del mar Adriático.

Siempre los canales han besado los puentes de un solo ojo saltón y de fondo verdoso. Todo es literatura de mar y antiguos sonidos de campanas que adormecen los suspiros del paseante con tañidos rítmicos que envuelven las esquinas de las plazas y los palacios góticos y barrocos. Ca’ Rezzonico, Palazzo Dolfin Manin, Palazzo Fortuny, Palazzo Grassi, Palazzo Contarini del Bovolo, todos ellos edificios de belleza incansable que pincelan el universo veneciano.

Y la lluvia cae con cadencia como lo hacía antaño…

Xavier Eguiguren, articulista, novelista, escritor perteneciente a la  UNE (Unión de Escritores de España, colaborador en la radio RTPA, corresponsal de la revista Enki-Mallorca.

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